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Consejos para el tratamiento

Gestión de los efectos secundarios: Dieta y ejercicio

La buena nutrición y la actividad física son importantes para los pacientes con cáncer. No sólo pueden mejorar su calidad de vida y su supervivencia a largo plazo, sino que también pueden ayudarle a reducir la probabilidad de recidiva del cáncer y a controlar mejor los efectos secundarios que se asocian a determinados tratamientos oncológicos.

Nutrición y gestión de los efectos secundarios durante el tratamiento del cáncer

Obtener suficientes calorías y proteínas, así como elegir bien los alimentos, son aspectos importantes de la nutrición durante el tratamiento del cáncer. Sin embargo, dado que cada persona es diferente, no hay forma de saber si tendrá dificultades para comer y, en caso de que las tenga, cuán graves serán.

Los cambios en las necesidades nutricionales varían entre los pacientes. A veces, se deben al propio cáncer. Otras veces, se deben a los efectos secundarios (por ejemplo, náuseas, pérdida de apetito) del tratamiento. En cualquier caso, este tipo de cambios pueden hacer que sea un reto comer y comer lo suficiente.

Consumir una dieta sana y equilibrada durante el tratamiento del cáncer puede ayudarle a sentirse mejor y a mantenerse más fuerte. Una dieta saludable incluye comer y beber lo suficiente para mantener los nutrientes que el cuerpo necesita, incluyendo vitaminas, minerales, proteínas, carbohidratos y grasas. Además, es importante mantenerse hidratado. Para la mayoría de las personas, esto incluye una dieta que consiste en:

  • Mucha fruta, verdura y pan y cereales integrales
  • Cantidades modestas de carne y productos lácteos
  • Pequeñas cantidades de grasa, azúcar, alcohol y sal

Sin embargo, las personas con cáncer suelen necesitar eso y más. Esto se debe a que la enfermedad y el tratamiento pueden afectar a su apetito, así como a la capacidad de su cuerpo para tolerar ciertos alimentos y utilizar los nutrientes. Cuando se tiene cáncer, puede ser necesario aumentar la ingesta de calorías y proteínas. Esto significa que tendrá que elegir alimentos ricos en calorías y proteínas con la mayor frecuencia posible para compensar cualquier pérdida nutricional.

Tenga en cuenta que las necesidades calóricas durante el cáncer no son iguales para todos. Hay que tener en cuenta factores como el peso, la altura, la presencia de efectos secundarios y el tipo de tratamiento contra el cáncer a la hora de decidir qué y cuándo comer.

La terapia nutricional se utiliza a menudo para ayudar a los pacientes con cáncer a mantener un peso corporal saludable, conservar la fuerza, mantener el tejido corporal sano y disminuir los efectos secundarios tanto durante como después del tratamiento. Un dietista registrado (o nutricionista) es una parte importante del equipo sanitario y puede trabajar con los pacientes, sus familias y el resto del equipo de atención al cáncer para ayudar al paciente a gestionar sus necesidades nutricionales durante y después del tratamiento del cáncer. Si empieza a tener problemas de alimentación, como pérdida de apetito, sequedad o dolor de boca, náuseas, vómitos, dificultad para tragar, pérdida o aumento de peso, estreñimiento o diarrea, comuníquelo de inmediato a su equipo de atención oncológica para.

Algunas formas de obtener la mayor cantidad de nutrientes de los alimentos y las bebidas, según las recomendaciones del Instituto Nacional del Cáncer, podrían ser:

  • Comer varias comidas y tentempiés pequeños a lo largo del día, en lugar de tres comidas grandes, centrándose en artículos con alto contenido calórico y proteico.
  • Comer la mayor parte de la comida cuando se tiene más hambre.
  • Concéntrese en comer alimentos que le parezcan buenos hasta que pueda comer una mayor variedad, aunque sea lo mismo una y otra vez. También puedes tomar un sustituto líquido de las comidas para obtener una nutrición adicional.
  • Bebe mucho líquido. Intente beber de 8 a 12 tazas de líquido al día. Los líquidos pueden incluir bebidas como agua, zumo de manzana claro, bebidas carbonatadas claras o té suave sin cafeína.

Además de prestar atención a qué comer y cuánto comer, los pacientes con cáncer también deben prestar atención a cómo se manipulan y preparan los alimentos. Los pacientes con cáncer corren un mayor riesgo de sufrir una enfermedad transmitida por los alimentos debido al debilitamiento de su sistema inmunitario. Debido a este mayor riesgo, es importante que se apliquen prácticas adicionales de seguridad alimentaria en todo momento.

Ten cuidado:

  • Lávese las manos y las superficies antes de manipular los alimentos.
  • Mantenga los alimentos a la temperatura requerida (alimentos calientes, fríos).
  • Refrigere las sobras inmediatamente después de comerlas.
  • Separe la carne y las aves crudas de los alimentos listos para el consumo.
  • Cocine los alimentos a temperaturas seguras.
  • Friega todas las frutas y verduras crudas con un cepillo y agua antes de comerlas. Las verduras frescas sin lavar, incluidas las lechugas (ensaladas), pueden suponer un mayor riesgo de infección, ya que es más probable que contengan bacterias o virus dañinos.
  • Los alimentos que no se pueden restregar fácilmente (por ejemplo, las bayas) deben remojarse en agua y luego aclararse.
  • Los alimentos con superficies exteriores ásperas y cáscaras deben frotarse con un cepillo y agua antes de cortarlos.
  • Evite la miel, la leche y los zumos de frutas crudos, y elija en su lugar las versiones pasteurizadas.
  • Cuando coma fuera, evite los bares de ensaladas, el sushi y la carne, el pescado (incluido el marisco), las aves y los huevos crudos o poco cocinados, ya que estos alimentos tienen más probabilidades de contener bacterias dañinas.

Asegúrese de consultar con su oncólogo o asesor dietético si tiene alguna duda sobre la seguridad de determinados alimentos. En caso de duda, la Administración de Alimentos y Medicamentos de EE.UU. (FDA) recomienda "desecharlo en caso de duda".

Para obtener información adicional sobre los problemas alimentarios más comunes desencadenados por el tratamiento del cáncer, cómo afrontarlos y recetas que pueden ayudarle a satisfacer sus necesidades nutricionales, descargue el folleto Consejos para comer del Instituto Nacional del Cáncer : Antes, durante y después del tratamiento del cáncer.

Gestión del ejercicio de los efectos secundarios relacionados con el tratamiento

En el pasado, los médicos solían recomendar a los pacientes con cáncer que descansaran y redujeran su actividad física. Sin embargo, las nuevas investigaciones indican que la actividad física puede tener efectos beneficiosos en varios aspectos del cáncer para los pacientes y los supervivientes, concretamente en el aumento de peso, la calidad de vida, la reaparición o la progresión del cáncer y el pronóstico (probabilidad de supervivencia). También puede ayudar con los efectos secundarios, como la fatiga, la ansiedad y el estrés, que a menudo se experimentan durante el tratamiento del cáncer.

La falta de actividad física puede provocar la pérdida de funciones corporales, debilidad muscular y reducción de la amplitud de movimiento. Por ello, muchos equipos de atención al cáncer instan a sus pacientes a realizar la mayor actividad física posible, tanto durante como después del tratamiento del cáncer.

El ejercicio regular durante el tratamiento del cáncer puede ayudar de varias maneras, que pueden incluir:

  • Controlar el peso
  • Mantener o mejorar sus capacidades físicas
  • Mejorar el equilibrio
  • Reducción del riesgo de osteoporosis
  • Mantener la fuerza muscular
  • Reducir el cansancio (fatiga)
  • Disminución de las náuseas
  • Mejorar el flujo sanguíneo; reducir el riesgo de coágulos sanguíneos
  • Aumentar la autoestima
  • Disminuir el riesgo de sentimientos como la ansiedad y la depresión

Dado que cada paciente es diferente, los regímenes de ejercicio físico no son de talla única. El programa de ejercicios de cada paciente debe basarse en lo que es seguro para él y lo que puede soportar. El tipo y el estadio del cáncer que tenga, el tratamiento que esté recibiendo y su capacidad de rendimiento (por ejemplo, la resistencia, la fuerza y la forma física) son algunos de los factores que pueden afectar a la cantidad de ejercicio que pueda realizar.

En cuanto a la actividad física, la Sociedad Americana del Cáncer recomienda que los pacientes con cáncer

  • Evitar la inactividad y volver a las actividades diarias normales lo antes posible después del diagnóstico
  • Intentar hacer ejercicio durante al menos 150 minutos a la semana
  • Incorporar ejercicios de entrenamiento de fuerza al menos 2 días por semana

Consulte siempre a su médico antes de iniciar cualquier programa de ejercicios. Mientras que algunas personas pueden comenzar o mantener con seguridad un programa de ejercicio de bajo a moderado por sí mismas, otras pueden necesitar la ayuda de un profesional, como un fisioterapeuta o un especialista en ejercicio. Su oncólogo o hematólogo podrá ayudarle a entender qué puede y qué no puede hacer.

Recuerda que incluso un poco de actividad física puede ser beneficiosa. Está bien empezar despacio y luego ir aumentando gradualmente. Haga ejercicio en la medida de sus posibilidades y no se fuerce mientras esté en tratamiento. Cuando haga ejercicio, asegúrese de escuchar a su cuerpo.